"Lobgesang". La Segunda Sinfonía de Mendelssohn.

     A Wagner no le gustaba Mendelssohn al que atribuía defectos musicales, probablemente, por su condición de judío y por su conservadurismo estético. A esa crítica se unieron las voces de otros, incluso de su misma estirpe, quizás, por no perdonarle su conversión al protestantismo luterano, acusándole de falta de espontaneidad, de carecer de profundidad, del escaso sentido dramático de su música y de excederse en la sensiblería. Opiniones que pervivieron durante todo el periodo de antisemitismo canallesco que dominó Europa desde finales del siglo XIX hasta mediado del XX. Escuchar con otro ánimo su Segunda Sinfonía resulta, más que un descubrimiento, un alumbramiento que deja sin razón toda esa crítica despreciable que magnificó hasta el extremo el régimen nazionalsocialista al borrar el nombre de Mendelssohn y su obra de todos los auditorios europeos.
Qué poco se había escuchado «Lobgesang» privándose de un espectáculo fantástico, como el que se pudo disfrutar en el concierto del viernes pasado en la Sala Iturbi del Palau de la Música, al que contribuyó, de manera muy especial, la brillante interpretación del Coro Nacional de España bien acompañado por la Orquesta de Valencia. Razón tenía el compositor cuando dijo que la «música llena el alma de miles de cosas mejores que las palabras». Si casi siempre es verdad, en este caso es absoluta.»
©jcll. Diciembre 2018.

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