No creo en los
propósitos. Acaban siendo causa de nuevas frustraciones. Y es que a cierta
altura de la vida de uno ya todo es historia. En especial historia de los
errores. Sin embargo para no cerrar ese libro, con cierto caudal de esperanza
todavía, cabe pretender tenerlos: nuevos propósitos, nuevos errores y nuevas
frustraciones que tejerán historia que añadir al libro. Al cabo lo que importa
de verdad es el acontecer que se queda en la memoria. Y mientras acontece no
hay arruga, sino vida. La arruga sólo es pasado.
Por causas que yo sé
deberá ser, será bueno el orden y el método: Un solo libro, un solo escrito, un
solo proyecto hasta el final, y vuelta a empezar, porque detrás de Alfa viene
Beta, y detrás de Gamma, Delta, y Omega solo puede ser el final. Suena
cartesiano, pero es eficaz.