Escrito en Otoño.

El pasado 18 de diciembre, la sala grande de la Casa de la Juventud de l’Eliana, acogió la décimo cuarta edición del certamen literario más prestigioso de la Vila de l’Eliana, el concurso 'Escrits a la Tardor'. El relato

ganador de este 2015 en la modalidad de lengua valenciana recayó en Josep Carrasco.

Un problema de confianza

Esta mañana he sido testigo de la siguiente conversación que transcribo. Me hubiera gustado grabarla pero no tengo móvil de esos inteligentes. El mío es tonto de toda la vida. Estaban comprando prensa en un Kiosco delante de mí. El señor al que se refieren al final del diálogo era yo, por eso me he atrevido a transcribirla grosso modo. Eran dos hombres bastante más jóvenes que yo. Bueno, quiero decir, no tan mayores.
—¿Tú confías en alguien?
—¿A quién te refieres cuando dices alguien?
—No sé…, a los médicos, a los políticos, a los banqueros, a tu jefe, a la justicia, a Dios.
—¡Ah!, pensaba que me preguntabas en serio.
—No. En serio.
—En serio tengo todos los motivos para desconfiar. Los médicos se han equivocado con más frecuencia de lo que podría considerarse normal en los diagnósticos y me han operado mal o innecesariamente.
—¿Y los políticos?
—Los políticos… ¿con poder o sin poder?
—¡Hombre! Un político sin poder es solo un aspirante.
—¿Quieres decir si confío en un aspirante?
—Exacto.
—No.
—¿Así? ¿Con esa rotundidad?
—Afirmativo. O es tan un ingenuo como yo o es un trepa. Poco de fiar. Lo de siempre, prometer hasta… y después, date por jodido.
—Visto así, ya no te pregunto por el político con poder.
—Mejor. Que devuelva la pasta y luego… ¡que se vaya a la mierda!  
—Al menos a los banqueros les confías tus dineros.
—Esos me han engañado, se han quedado con la pasta, con mi casa y con el coche y aún dicen que les debo comisiones. ¡Ni que me trajeran el dinero a casa!  Y no me preguntes por mi ex jefe, que cada vez que lo recuerdo vuelvo a andar estreñido. Cerró y me echó a la calle. Me tuve que divorciar. Él, no. Simplemente se dejó a su mujer y se fue con la amante a Liechtenstein.
—Chico, lo tuyo es de novela.
—¡Qué va! ¿Quieres que le preguntemos a este señor? Seguro que el argumento es parecido.
—Oiga, perdone la impertinencia. ¿Usted cree en la justicia?
—¿Yo? Yo no he hecho nada.
—Hombre, no sea usted pusilánime. Solo es una pregunta.
—Quiere usted decir… todo ese rollo de la Infanta y de…eso de Palma.
—Sí, eso, y lo de Bárcenas, y el Correas, y los Eres, y los Pujols...
—Mire, yo soy agnóstico.  Lo que decía no sé qué poeta. “Este mundo triste al que esta vestido viste y al desnudo lo desnuda”. Yo he venido a por el periódico para hacer el crucigrama, el resto no me interesa.
—Pero usted vive en una sociedad, se relaciona.
—No mucho. He plantado unas alcachofas en unas macetas, tengo tres gallinas ponedoras en la terraza, mi nuera me trae de cuando en cuando un puñado de arroz y unas acelgas, y no me hable usted de zarandajas.
— ¿Lo ves?
—Que Dios nos ampare.
—¿Dios? ¡No me jodas! Oí hace tiempo que había muerto. Le pasa como a Rajoy, que ni está ni se le espera. 
Hasta aquí el relato. Me voy a hacer el crucigrama, que me parece que he hablado demasiado.