—Pero, Bren, ¿de
qué vas? ¿Estás de guasa, no?
—Te lo pregunto en
serio.
—¿Y a qué viene tanta
tontería?
—Es que a mí tampoco se me ocurre decírselo a Filo.
—Muy lógico. ¿Lo
quieres?
—¿Tú estás loco?
—Entonces, ¿qué importa?
—Que tampoco a ti te
lo digo.
—Bueno, pero se supone.
—Eso exactamente
se cree mi marido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario