"También esto pasará" de Milena Busquest.

Me gustan las novelas en las que el escenario se torna protagonista importante de la trama en tanto que cogestiona la vida, la muerte, el sexo, el amor, la frustración y el fiasco.
Acabo de leer la segunda novela de Milena Busquets, “También esto pasará”, publicada por Anagrama y  debo reconocer que ha sido uno de los libros que con mayor fruición he leído últimamente. Quizás porque el trasfondo de la relación con la madre muerta me impresiona cada vez más, a medida que mis años ya se cuentan, mirando con gafas de presbicia la raya de mi horizonte y de reojo lo que ha ido quedando atrás  entre la nostalgia de lo que ha sido válido en mis paraísos perdidos. Paraísos, sin duda, en los que se sitúa con la excelencia a veces,  el dolor, las relaciones complejas, los trabajos excitantes, el sexo, la sucesión, la enfermedad y también el desastre. Todo aquello que importa. La autora nos muestra a alguien que no está dentro ni fuera del mundo, sino en su límite para comprender mejor la sensación de vacío. Una sensación que disuelve toda realidad objetiva que, de pronto, parece revocada con tal que pueda relucir, con el radical naufragio, flotando en el espacio y el tiempo de una nada inconmutable, resplandores y reflejos que halan a la deriva entre residuos que flotan. Y  lo que resulta más sorprendente de todo ello, que todavía puedan contabilizarse, por lo singular, como limaduras y fragmentos de la belleza. Una belleza que surge de las cenizas de la vida. Aquí no me atrevo a ser tan contundente como Thomas Mann para asegurar que lo bello se muestra a partir del siniestro total, pero  algo de eso se muestra en la novela de Milena Busquets. La muerte como fatalidad que impulsa la vida, y esta entendida como sexo, el sexo como contacto, como abrazo compartido e inmediato. Pura necesidad de ser.  Y ser es saberse participado.
De nuevo nos encontramos con la eterna dicotomía de "eros y tanatos", tan constante en la literatura de todos los tiempos.
Una novela muy recomendable para leer en una de las noches cortas de junio, que casi siempre, para mí, han sido antesala de los paraísos.  

© Preludio. Primero de Junio 2015.

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