Hay un bolero que he
escuchado hoy al leer un relato de Leandro Padura. Se llama el bolero: “La vida
es un sueño”, de Arsenio Rodríguez.
“Después
que uno viva
veinte
desengaños,
qué
importa uno más.
Después
que conozcas la acción de la vida
no
debes llorar.
…
Hay
que vivir el momento feliz,
Hay
que gozar lo que puedas gozar,
Porque
sacando la cuenta en total,
La
vida es un sueño
Y
todo se va.
Es la traducción del carpe diem. Vivir el momento para
extraerle todo el jugo, sabiendo que incluso será escaso porque todo es un
sueño en un mundo sin felicidad.
Si todo es sueño, si
el carpe diem tampoco tiene
consistencia será mayor fuente de infelicidad. Buena ración de nihilismo. No
hacer nada, pues todo lo que se haga será un desengaño más por el que no vale
la pena llorar.
Sin embargo, queda el
recuerdo, el impacto de lo que se hizo, fascinado por el momento. Ese momento
no es pasado, ni futuro, sino siempre presente. “Gozar lo que puedas gozar”. Porque,
finalmente, no todo se va; más bien será memoria. “Me recordarás cuando en la tarde muera el sol”, otro bolero, el
primero que cita Padura en Nueve noches con Violeta del Rio. El desengaño viene
de la pérdida del momento, de su desprecio. De no hacer nada.
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