Vivir
es resistencia ante lo adverso, el recurso para seguir a flote en los momentos
difíciles, y en consecuencia mecanismo de conservación. Al parecer, todo transcurre al modo de una travesía oceánica
en un sucesión encadenada de calmas y tempestades, momentos de tranquilidad y alegría, de mar llana, a la
que suceden tiempos de intranquilidad, momentos
de tristeza, instantes de angustia, lapsos de desesperación, propios de mar
embravecida, que requiere del coraje
y la lucha para no fracasar ante la
acometida de lo que preanuncia muerte, hasta que a la tempestad suceda de nuevo
la calma, la recuperación de la energía y la risa.
Salimos
de la adversidad, en medio de la contingencia, tanteando soluciones entre
muchas, y todas precisan del esfuerzo. Nada se obtiene si no es a costa de un
precio, a veces alto y doloroso. El esfuerzo como motor para progresar en la
travesía de vivir. Es lo que nos va puliendo.
©
Preludio.12/12/13
s
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